martes, marzo 16, 2010

LOS PRESIDENCIABLES Y LA CULTURA



O cómo al plato le faltó ají de color

Es costumbre de la gastronomía criolla nacional que sus platos sean aderezados para que tengan más “sabor”. La buena longaniza acompañada de puré picante y los porotos con ají de color son las delicias en la casa de la abuela. No fue así lo que vivimos durante la etapa previa a las presidenciales, pues todos daban las carreras por hechas, y los candidatos hicieron pocos esfuerzos por desmentir lo obvio. Segunda vuelta con Frei y Piñera, con una ventaja considerable del segundo. Al parecer más de uno de los candidatos era percibido como fome.
Los resultados del 17 de enero, si bien plantean cambios, no fueron tan impresionantes como algunos funcionarios lo plantearon temiendo por sus puestos. Acá lo de fondo no se toca, o sea no lo tocó la Concertación en relación a la dictadura militar y es bastante dudable que el próximo gobierno de la alianza lo cambie, más bien se esperaría que lo profundice. Y de lo que estamos hablando es del modelo económico neoliberal, con su implicancia en lo social, lo laboral, lo educativo y lo cultural.
Si entendemos acá lo cultural, como lo propio de los creadores y gestores culturales o sea manifestaciones tangibles o intangibles del patrimonio cultural, veremos que el modelo neoliberal ve pocas ganancias en ésta área por lo que sigue viéndose difícil el futuro al surgimiento y desarrollo de iniciativas culturales.
Muchos dirán que la Concertación nos sacó de cierto apagón cultural y que se esforzó por llevar espectáculos y actividades culturales a la ciudadanía. Nadie niega eso, y se felicita, pero existe una gran distancia entre lo que se vive como necesidades propias de hombres y mujeres en relación a este tema y lo que se ve en políticas públicas.
Chillán mismo, espera tener un teatro en condiciones para desarrollar adecuadamente sus actividades culturales. Ojo que, también se reconoce las inversiones para dar uso al actual edificio, pero estamos lejos de ver el mismo cambio en cultura que lo vivido en deporte, un magnífico estadio nuevo, del cual desconozco si se ha usado para actividades culturales masivas.
La cultura sigue esperando, en las esquinas de nuestros barrios, en los bares de mala fama y en villorrios polvorientos y olvidados, sólo es de esperar que los ciudadanos tomen el rol activo que las autoridades no han sabido motivar; que promover la cultura es ir más allá de políticas publicas, de oficinas de turismo y agendas culturales de Universidades difundiendo sus carreras. Acá hay que hablar de cultura a secas sin intereses de particulares.

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