domingo, julio 26, 2009

Los medios de comunicación como método de control social


El poder de los medios de comunicación

La incidencia social que han tenido los medios de comunicación en el mundo y a lo largo de la historia, es tan evidente e innegable que podrían darse mil visiones y versiones distintas sobre esta. No es por nada que a estos los han tildado en el mundo como “el cuarto poder” y prácticamente en todos los países se han convertido en una de las más trascendentales herramientas políticas, religiosas y económicas. Los ejemplos son variados, y aunque existen quienes afirman que la opinión pública es capaz de analizar lo que los medios ofrecen, son varias las teorías que afirman una fuerte influencia de estos en la población.

Una de estas teorías es la denominada “aguja hipodérmica”, la cual nace luego de la primera guerra mundial y que consiste en un modelo conductista que muestra al receptor de los medios como alguien fácil en quien influir. De esta manera, se afirma que entre el emisor y el receptor, el estimulo y la respuesta, no hay ninguna intermediación que impida conseguir los objetivos, o sea, hay una relación de causa-efecto. Sin embargo, otros teóricos creen que entre el emisor y la respuesta no existe un vacío, sino una serie de factores sociales, económicos, psicológicos, etc, los cuales hacen que la reacción no sea inmediata ni generalizada.

Otra de las teorías más renombrada es la de la “agenda setting”, nacida a finales de los 70’. Esta visión postula que la gente tiende a incluir o excluir de sus propios conocimientos lo que los medios incluyen o excluyen de su propio contenido. O sea, la comprensión que tiene la gente de gran parte de la realidad social es modificada por los medios o bien diseñada por ellos. La prensa tiende a enfatizar algunos temas y a disminuir otros, llegando incluso a la desaparición de ciertos hechos noticiosos. En definitiva, los medios difunden un cierto número de noticias y además le dan cierta categoría a cada una. De todos modos, se justifica esta acción al existir la necesidad de los informativos en centrarse en unos pocos asuntos al día.

También siguiendo esta línea, se presenta la teoría del framing o del encuandre. Esta se refiere en términos generales a que son los medios los que crean el significado de lo que ocurre en la sociedad. Es decir, es una interpretación de la realidad la que se presenta al público, influida por distintos factores, donde se incluye la ideología y pensamiento tanto de los periodistas como de los medios. Entonces, según estos estudios, se entiende que si a una noticia se le dedica bastante espacio, tiene prioridad sobre otras, o si aparece una buena fotografía de una persona, se refleja simpatía hacia él.

Sumada a las comentadas, se encuentra la teoría del cultivo, la cual contiene planteamientos similares. Esta indica que la televisión cultiva percepciones de la realidad en los públicos, la cual sin embargo, difiere completamente de la realidad en si misma. O sea, la realidad es tergiversada. Además, según este pensamiento, estos cultivos se vinculan con la intensidad de la exposición al medio y el tiempo de consumo. Es decir, a mayor tiempo de consumo, mayor será la coincidencia entre la concepción que se tiene del mundo real y la representación del mismo en la televisión.

Todas estas visiones representan el peligro que pueden llegar a ser los medios de comunicación en una sociedad. Es así como, por ejemplo, sectores políticos con el poder de la prensa, impregnan sutilmente sus pensamientos, enfocando el perfil más positivo de su ideales y buscando por debajo cumplir sus reales objetivos.

Entonces, una mala utilización de los medios puede lograr variadas consecuencias. Una de ellas es la comprensión parcial de la realidad social. Aquí se puede ver que por ejemplo en países que generan sólo noticias nacionales, se puede producir etnocentrismo, o cuando se ignora información de minorías, como lo ligado al medio ambiente, se puede generar desconocimiento o indiferencia.

También este mal trato informativo puede causar ciertos prejuicios sobre algunos personajes de la sociedad. En Chile se vio claramente cuando la Presidenta a escasos meses de tomar el cargo, fue cuestionada intensamente a través de los medios y le dejó una instantanea mala imagen. Sin emitir un juicio sobre su gestión, por lo menos llamaba la atención como todos los dardos la apuntaban a ella. También pasa lo contrario cuando el poder mediático esta de parte de las autoridades. Esto ocurre con Hugo Chávez en Venezuela, quien sin ningún pudor se ha apoderado de los medios en su país e incluso posee un programa que sale al aire todos los domingos.

Estados Unidos, lógicamente no se queda atrás en estas políticas. Claro queda con la manipulación mediática que se dio en contra de países como Irak, supuestamente para establecer el orden. Así, el pueblo norteamericanos temina convencido de que realmente poseen el derecho de tomar decisiones por otros. Sin embargo esto no es nuevo, pues a comienzos del siglo XX hubo una gran maquinación en contra de américa latina.

Fue William Randolph Hearst, un precursor de la prensa sensacionalista, quien a comienzos del siglo pasado convenció en pocos meses a los norteamericanos de que debían actuar en países vecinos, esencialmente en la parte central del continente. Así se ganaron la legitimidad de la población, incorporando pensamientos como que el caribe era un “lago americano”. Así Estados Unidos cumplió con sus intereses económicos, ganándose el repudio de países como Cuba.

Otra situación bastante llamativa en Chile, es lo referente a la violencia. El miedo social provocado por la prensa llega a niveles que no guardan relación con la real dimensión del problema. Sin pretender negarlo, causa por lo menos curiosidad que la ciudad de Penco sea la cual que posee mayores índices de miedo a la violencia y menores índices de delincuencia.

Por otro lado situación de los medios en Chile es alarmante. Seis de los siete Diarios de Circulación nacional pertenecen a dos grupos económicos con ideología similar. El grupo Edwards posee a El Mercurio, La Segunda y Las Últimas Noticias, mientras que COPESA se queda con La Tercera, La Cuarta y Diario Siete. La nación es la excepción por ser propiedad pública. Los Grupos extranjeros Televisa y Cisneros igual se reparten buena porción. El primero posee 20 revistas y el segundo posee 8 radioemisoras a lo largo del país, siendo la cadena más grande.

Entre COPESA y Edwards sumaban, hasta el 2006, 62 medios de comunicación en el país. En Concepción El Sur y Crónica son parte del grupo Edwards y el reciente Diario de Concepción es en un 50% de COPESA. En resumidas cuentas, reina una sola ideología.

Conclusión:

Pese a que de alguna manera la opinión pública puede tener un nivel crítico sobre los medios de comunicación, es un tanto engañador creer que estos no nos influyen. Día a día vemos como los medios insertan en el inconciente colectivo imágenes que guardan relación con sus pensamientos.

El Oligopolio de los medios en Chile les hace aún más fácil influir en las masas. Simplemente los grandes propietarios emiten a través de sus empresas su ideología económica y política hacia una audiencia determinada.

Entonces, ¿Que clase de realidad conocemos con este Oligopolio mediático y monopolio ideológico? ¿Pueden considerarse estos medios como algo más que un aparato productivo?

Desgraciadamente, cuesta no cuestionárselo cuando los objetivos son tan diferentes a los del periodismo con responsabilidad social.

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